El Juego de la Última Bala

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Un hombre y una mujer sentados en una mesa con poca luz, con un revólver entre ellos grabado con palabras como 'Culpa', 'Resentimiento', 'Silencio', 'Crítica', 'Distancia' y 'Control', simbolizando una ruleta rusa emociona

Daniel se quedó mirando el reflejo en el cristal del ventanal. Afuera, la ciudad seguía su curso, indiferente a la batalla silenciosa que libraba cada noche con Elena. En sus primeros años juntos, el amor parecía inquebrantable, pero con el tiempo se había transformado en un duelo donde las heridas no eran físicas, sino invisibles y persistentes.

Elena, sentada en el sofá con una copa de vino, lo observaba con la misma mezcla de amor y resentimiento de siempre. Era una mujer brillante, creativa, intensa. Desde que lo conoció, lo admiró y lo desafió en igual medida. Pero ahora sus ojos estaban cargados de reproches.

—Trabajas demasiado —dijo, con esa calma envenenada que Daniel conocía bien.

Él suspiró, sin darse la vuelta.

—Alguien tiene que hacerlo.

—Claro, alguien tiene que jugar a ser su padre.

Ahí estaba. Otra bala en la recámara. Elena disparaba con precisión quirúrgica, y él no podía hacer más que recibir el impacto. No era la primera vez que le decía aquello, que lo reducía a una sombra de su progenitor, el hombre exitoso pero inalcanzable.

—¿Y tú? —respondió él, girando al fin—. ¿No estás repitiendo a tu madre?

Elena sonrió, satisfecha. Lo había hecho reaccionar.

Todo en su relación era un juego de resistencia, de pequeñas muertes diarias. Daniel lo sabía, y sin embargo, no podía evitar participar. Como si, al final, uno de los dos tuviera que caer para que el otro se sintiera vivo.

Las peleas seguían un guion predecible. Ella lo atacaba por su ausencia emocional, por su obsesión con el trabajo, por su incapacidad de verla realmente. Él se defendía con silencio, con disculpas sin convicción, con huidas cada vez más largas. Y cuando la culpa lo devoraba, volvía con regalos, con cenas elegantes, con promesas de que esta vez sería diferente.

Pero nunca lo era.

Esa noche, sin embargo, había algo distinto en la forma en que Elena lo miraba. Había menos furia, más cansancio.

—¿Sabes lo que es la ruleta rusa, Daniel? —preguntó ella de repente.

Él frunció el ceño.

—Claro que sí.

Elena se inclinó hacia adelante, apoyando la copa sobre la mesa con un gesto medido.

—Nosotros la jugamos todo el tiempo. Solo que nuestras balas son palabras, ausencias, silencios. Uno de los dos va a caer primero.

Daniel sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Por primera vez, entendió lo que ella estaba diciendo. Lo que habían estado haciendo durante años. No se trataba de amor. Se trataba de ver quién sobrevivía más tiempo sin rendirse, sin quebrarse.

Él tragó saliva y desvió la mirada hacia la puerta. Pensó en irse, como tantas otras veces. Pero esta vez, algo lo detuvo.

—¿Y si dejamos de jugar? —preguntó en voz baja.

Elena parpadeó, como si la idea jamás se le hubiera cruzado por la cabeza.

—¿Y qué haríamos en su lugar?

Daniel no tenía respuesta. Porque, en el fondo, sin el juego, tal vez no les quedaba nada.

**La ruleta rusa en este caso que da lugar a dinámicas destructivas o también podemos hablar como hacen los psicólogos sistémicos de diferentes puntuaciones que hacen los integrantes de la pareja. También parece como si el odio fuera lo único capaz de mantenerlos juntos. Odio amante que dice Bollas.

A continuación un pequeño diagrama de la dinámica, tanto interna de los conflictos psicológios personales como externa o de las relaciones.

Aquí tienes una representación de las dinámicas de Elena y Daniel con flechas para visualizar mejor sus patrones de comportamiento y cómo se influyen mutuamente:


Dinámica de Elena y Daniel

  1. Daniel → (Busca éxito y validación a través del trabajo) → Se ausenta emocionalmente y físicamente.
  2. Elena → (Se siente ignorada y rechazada) → Critica su falta de atención.
  3. Daniel → (Se siente atacado y culpable) → Oscila entre disculpas, intentos de reparar y más ausencias.
  4. Elena → (Ve sus intentos como insuficientes o vacíos) → Intensifica sus críticas, tratando de provocarlo.
  5. Daniel → (Se siente incapaz de satisfacer sus expectativas, como con su padre) → Se rinde emocionalmente y se aleja aún más.
  6. Elena → (Reproduce la dinámica de su madre, sin darse cuenta) → Mantiene un ambiente de tensión y caos.
  7. Daniel → (Siente que no puede ganar) → Reproduce la distancia emocional de su padre y se sumerge en su trabajo.
  8. Elena → (Siente que lo está perdiendo) → Sigue criticándolo para forzar una reacción.

🔄 Este ciclo se repite constantemente, como un juego de ruleta rusa emocional.

Raíces del problema

  • Daniel: Su modelo paterno le enseñó que la distancia emocional es normal; no sabe cómo manejar el amor sin sentirse inferior.
  • Elena: Su madre la acostumbró a un amor basado en el control y el conflicto; busca el caos como una forma de conexión.

En esta dinámica, ninguno de los dos obtiene lo que realmente necesita:

  • Elena quiere cercanía y atención, pero su forma de exigirla solo aleja más a Daniel.
  • Daniel quiere reconocimiento y amor sin sentirse derrotado, pero su respuesta pasiva lo convierte en la sombra de su padre.

El resultado: Un matrimonio basado en una lucha constante, donde ambos se dañan, esperando que el otro ceda primero.

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