Thomas Ogden: La Vitalidad como Proceso de Transformación Radical. Reclamando la vida no vivida en terapia.

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Quién, si yo gritase, me oiría desde los coros
de los ángeles? Y aun suponiendo que alguno de ellos
me acogiera de pronto en su corazón, yo desaparecería
ante su existencia más poderosa. Porque lo bello no es sino
el comienzo de lo terrible
…Rilke

Como psicólogo en Santiago, a menudo me encuentro en consulta con personas que vienen a consulta en donde detrás del relato de lo que cuenta parece que hubiera como una parte de la experiencia personal esperando a emerger. Como una parte sepultada en la da la impresión de que el persona se ausenta de su propia vida para protegerse de la angustia abrumadora.

En esta entrada, hablaré de Thomas Ogden, y de cómo sus elaboraciones teóricas nos desafían a comprender la vitalidad no como un estado de euforia superficial, sino como una fuerza existencial profunda que nos permite experimentar la vida en toda su complejidad y autenticidad.En primer lugar haré unos apuntes esquemáticos del concepto de vitalidad y posteriormente nos meteremos más a fondo con la idea de reclamar la vida no vivida.

La Vitalidad como Capacidad de Estar Plenamente Presente

La vitalidad, para Ogden, no es un mero indicador de energía, no es la superficialidad del pensamiento positivo que niega una parte de la experiencia, sino que para él la vitalidad es la capacidad de sumergirse completamente en la experiencia vivida. Implica una disposición radical de:

  • Aceptar emociones en toda su intensidad
  • Atravesar el dolor sin defenderse
  • Desmantelar las corazas psíquicas que nos protegen pero nos paralizan

El Proceso de «Pensar/Soñar» las Experiencias

Ogden introduce un concepto revolucionario: la vitalidad se nutre de nuestra capacidad de «pensar/soñar» nuestras experiencias. Es decir, no se trata de un proceso racional, sino de una elaboración psíquica profunda. Dando a entender por tanto que existen diferentes elaboraciones de lo que nos pasa y no todas son puramente racionales, ni siquiera lineales. En base a esto, esta capacidad:

  • Transforma lo traumático en narrativa
  • Convierte lo fragmentado en una experiencia integrada
  • Permite dar significado a lo aparentemente caótico

La Importancia del Otro en la Transformación

Un aspecto fundamental de su teoría es que como seres humanos necesitamos a otros, y de esta manera cuando nuestras experiencias son demasiado abrumadoras como para ser procesadas individualmente, la presencia de otro se vuelve fundamental. Este «otro» – sea un terapeuta, un ser querido o un confidente – quizá puede actuar como:

  • Contenedor de las emociones desbordantes
  • Espejo que refleja lo que no podemos ver
  • Facilitador de la elaboración psíquica

Reclamar la Vida No Vivida: La Recuperación de lo Sepultado

Vayamos ahora al meollo de esta entrada. El concepto de vida no vivida. Con este concepto se pretende reflejar la idea de que una parte de nuestra realidad mental puede estar profundamente arraigada en las experiencias más tempranas de nuestra existencia. Por tanto, esta vida no vivida surgiría como un mecanismo de supervivencia frente a lo que Winnicott denominó «agonías primitivas», o momentos de sufrimiento psíquico tan intensos que desbordan la capacidad de integración emocional de un individuo.

Imagina el psiquismo como un territorio con zonas protegidas por gruesas murallas defensivas. Estas murallas no son construcciones arbitrarias, sino estructuras complejas generadas en la infancia como respuesta a experiencias que amenazaban la integridad psicológica del ser. Cuando un niño se enfrenta a situaciones que superan su capacidad de procesamiento emocional, desarrolla un mecanismo de autoprotección radical: ausentarse de su propia experiencia vital.

Esta ausencia no es un vacío, sino una forma sofisticada de preservación. El individuo genera un estado psíquico donde los eventos más dolorosos no son experimentados conscientemente, permaneciendo como una especie de territorio congelado dentro de la geografía emocional. Es un acto de supervivencia psíquica que evita un potencial colapso total, una estrategia inconsciente para protegerse de la fragmentación total.

El proceso de reclamar la vida no vivida se convierte entonces en un viaje de arqueología emocional. No se trata de excavar para destruir, sino para comprender, integrar, restaurar. Es como desenterrar una ciudad antigua, donde cada capa revela una historia, cada fragmento cuenta parte de un relato más amplio. En el espacio de consulta, este viaje encuentra su terreno más fértil. Aquí, en la intersección entre aquellos aspectos no del todo presentes del paciente, pero que influyen en su vida, y la escucha del terapeuta, comienza la posibilidad de des-congelar lo sepultado.

La restauración no es un proceso lineal ni predecible. Es una danza compleja donde lo reprimido emerge gradualmente, donde aquellas defensas utilizadas para protegerse se flexibilizan, y donde se permite que lo no vivido respire por primera vez. No se busca revivir el dolor, sino darle un espacio de significación, transformarlo de una herida muda en una narrativa con voz propia.

Este proceso requiere un coraje existencial profundo. Implica confrontar aquellas experiencias que fueron demasiado intensas para ser procesadas originalmente, sostener la vulnerabilidad sin des-estructurarse. No es una corrección del pasado, sino una ampliación del presente, una expansión de los límites de lo que somos capaces de experimentar y contener.

La vida no vivida habita en los intersticios de nuestra conciencia, en esos territorios psíquicos donde las experiencias más profundas esperan ser reconocidas. Reclamarla no es un acto de voluntad, sino de profunda apertura. Es permitir que emerjan esos fragmentos de existencia que fueron silenciados, no por debilidad, sino por un mecanismo de supervivencia primordial.

En última instancia, reclamar la vida no vivida es un acto de restauración existencial. Es devolver la dignidad a las experiencias sepultadas, permitir que lo fragmentado encuentre un camino hacia la integración. No para revivir el dolor, sino para liberar la energía psíquica que ha permanecido congelada, para expandir los límites de nuestra capacidad de ser, de sentir, de existir.

Una Invitación Personal

  • ¿Qué partes de tu experiencia esperan ser reconocidas?
  • ¿Qué territorios emocionales permanecen inexplorados?

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