El Poder de No Saber

Published by

on

Hic sunt dracones.

¿Decir “No sé” requiere una autoestima madura, flexibilidad mental y apertura al aprendizaje.

En el mundo de la psicoterapia, a veces se puede llegar un punto muerto. En esos momentos, la capacidad de un terapeuta y del paciente para entender lo que está pasando y decir: “No sé qué hacer ahora” o “No sé por qué esto no está funcionando”, puede revivir el proceso. Es tentador aferrarse a conclusiones incompletas y prematuras cuando nos sentimos perdidos. Pero permanecer en una experiencia de no saber puede ser la puerta hacia el pensamiento creativo, y muchas veces es este no saber una parte necesaria de los conflictos o de los síntomas del paciente que aterrizan en terapia de esta manera. Trabajar la ambigüedad, la intolerancia a la incertidumbre, moverse en una realidad más flexible, o mismo ser capaz de entender cómo este proceso puede ser parte de los problemas relacionales de la persona puede ser el gran reto.

Estamos Programados para Querer Saber

No saber no es fácil. Estamos programados para detectar patrones para funcionar eficientemente. Por ejemplo, no nos gustaría que nuestro viaje de vuelta a casa después del trabajo fuera nuevo cada vez que lo hacemos. La energía de nuestra mente se aprovecha mejor poniendo esa ruta en automático y usando ese tiempo para pensar en qué cenar.

Detectar patrones también nos mantiene seguros. Por ejemplo, Frida aprendió a elegir cuidadosamente sus palabras al hablar con su padre. Sabía que él estallaba violentamente si alguien insinuaba que era menos que perfecto. Frida no tenía el lujo de no saber. Necesitaba predecir la respuesta de su padre; las consecuencias de no hacerlo eran emocionalmente graves.

La Ilusión de “Saber”

No todo puede ser conocido. Cuando los humanos, las emociones y las relaciones están involucrados, hablamos de probabilidades, no de certezas. Las posibles combinaciones de factores en juego son infinitas. Siempre hay elementos que ni siquiera sabemos que debemos considerar y no podemos identificarlos ni en retrospectiva.

La detección de patrones ha sido una ventaja evolutiva y se convierte en una responsabilidad bajo condiciones de incertidumbre, de excitación emocional y de presión de tiempo.

Es difícil para la mente humana comprender, y mucho menos aceptar, que “cuanto más descubrimos, más entendemos que lo que aún no sabemos es mayor que lo que sabemos”. Aún más desconcertante es que es imposible saber lo que no sabemos.

Entonces, cuando un paciente dice: “¡Seguro que ahora estarás estarás pensando…!” o “¡Sé lo que va a pasar!”, respondo: “¿Cómo?”. Entiendo que la capacidad de mi paciente para tolerar el no saber es una habilidad en la que tendremos que trabajar, pero pregunto de todos modos, para sembrar semillas de duda en su mente sobre su certeza cuando se trata de predecir el futuro.

¿Por qué es vital en la psicoterapia desafiar tales certezas?

Las predicciones sobre el comportamiento y el futuro son circulares. Dado que predecimos desde lo conocido, estamos haciendo poco más que suponer que lo que nos ha sucedido en el pasado será lo mismo que va a suceder en el futuro. Por lo general, somos ajenos a que estamos construyendo nuestras predicciones en un conjunto de muestras idiosincrásicas, parciales; de hecho, derivamos una falsa sensación de seguridad de nuestro razonamiento circular.

El Poder de la Incertidumbre

La incertidumbre nos ayuda a desacelerarnos. Si podemos tolerar la incertidumbre, todo se calma. Escuchamos de manera diferente. Nosotros los psicólogos, al igual que nuestros pacientes, tenemos que hacer un ejercicio de «no saber», de tolerar la incertidumbre que es estar y conocer a una persona y de esta manera no sentimos la necesidad de tropezar con las palabras de nuestro paciente imaginando que sabemos a dónde llevan sus pensamientos. Eso hace que no sintamos la presión de tener una respuesta en nuestra cabeza cuando la persona aún no ha terminado su frase. En cambio, entendemos que no podemos saber qué decir a continuación hasta que escuchemos completamente lo que está diciendo ahora. Y esto puede abrir una posibilidad inmensa hacia el descubrimiento de aspectos que todavía no han sido dichos o pensados. Anima a remangarse (las faldas, como escribe Williams Carlos Williams en la introducción al «Aullido» de Ginsberg) y a inspeccionar un territorio todavía no explorado. Hic sunt dracones como dice el proverbio.

Aproximarse a la incertidumbre, con curiosidad y sin vergüenza, también abre muros de pensamiento compartimentado. Else Frenkel-Brunswik (1949) llamó a esta habilidad una “tolerancia a la ambigüedad”. Está asociada con la flexibilidad y la creatividad, la capacidad de disfrutar de matices, y la capacidad de permitir que la información contradictoria sea considerada en lugar de rechazada.

Deja un comentario