La Rabia y la Vergüenza: Claves para la Terapia Después del Trauma
Cuando el trauma sacude los cimientos de nuestra vida, a menudo nos encontramos atrapados en un torbellino de emociones abrumadoras. La rabia hierve dentro de nosotros, y la vergüenza se arraiga profundamente. La terapia puede ser un faro en medio de esa tormenta, pero ¿cómo abordamos estas emociones complejas?
El Laberinto de la Rabia y la Vergüenza.
Imagina esto, eres un barco a la deriva en un mar de rabia. La rabia puede ser una respuesta natural al trauma, una señal de que se han cruzado límites que no deberían haberse cruzado. Pero, ¿cómo navegamos por estas aguas sin hundirnos en la furia?
Con frecuencia en la popularización de las ideas de psicología en los medios de comunicación, confundimos empatía, simpatía y lástima en la terapia. La simpatía es la sensación de tristeza ante la comprensión de que alguien ha sido maltratado injustamente. La lástima, por otro lado, es un sentimiento de superioridad sobre alguien en una posición vulnerable. Para superar la rabia, necesitamos terapeutas que muestren simpatía, no lástima. Por ello un profesional de la psicología ha de ir más allá de frases populares y que pueden resultar vacías de apoyo. Hay que recordar que muchas veces las personas reciben estos comentarios de apoyo en sus círculos cercanos y esta ayuda no surte efecto. Para que alguien pueda valerse de la mente de otra persona es necesario que se sienta reconocida, validada, respetada pero al mismo tiempo con el espacio suficiente para darse cuenta por ella misma de lo que necesita ser cambiado delante de otra persona, a través del diálogo, llegando a soluciones creativas y diferentes por esa distancia que supone la empatía.
La validación empática marca para el cliente que no está completamente solo en esta situación (al menos es comprensible o imaginable para otra persona que se sienta de esta manera) y que el propio terapeuta en este momento no está a merced de este mismo estado mental en el que está la persona que tiene el problema, para desde ahí integrar las emociones de otra manera, llegar a diferentes perspectivas.
El Poder de la Empatía y la Humildad
La rabia y la vergüenza son compañeras constantes después de un trauma. Pero, la empatía y la humildad pueden ser las anclas que te mantienen en pie. Cuando tu terapeuta te ofrece simpatía en lugar de lástima, reconocen tu lucha y saben que lo que viviste fue injusto. Pero la empatía no es solo ponerse en los zapatos del otro, pese a poder haber pasado por situaciones similares, o no, nunca se está en la piel y la mente del otro. Por ello para que la empatía se pueda dar tiene que haber una ida al reencuentro con esa experiencia.
¿Qué es la empatía entonces? La empatía es sentir con el otro pero como una mente separada. Esto implica un respeto a la persona, no poniendo el conocimiento experto por encima de lo que le pasa a alguien antes de explorar qué le pasa y clarificarlo con la persona. Se trata de escuchar para entender, no para responder.
Cuenta un psicólogo conocido que estando en terapia su terapeuta le dijo que no podía creer que hubiera pasado por todo eso de niño. Esa declaración le impactó, pero en un buen sentido. Pudo entender que no estaba solo, que su terapeuta le ofrecía la posibilidad de ver a una nueva luz lo que había vivido. Que fue un momento de empatía y humildad que le ayudó a sanar.
Resistiendo la Terapia: La Lucha Contra la Vergüenza
Es normal sentir resistencia a la terapia, especialmente cuando la vergüenza está en juego. La vergüenza internalizada es un producto del trauma, y puede ser un obstáculo en nuestro camino hacia la curación. Sentir vergüenza en terapia puede ser una percepción común, en algunas intervenciones para llegar a conocer o confrontar cuestiones, y aunque es una emoción que a nadie gusta puede ser parte necesaria del proceso de integración de esa experiencia que se da en momentos o circunstancia en la vida, y que intentamos esquivar por otros medios que a menudo pasan a formar parte del problema
El camino hacia la curación no es lineal, y resistir la terapia es parte del viaje. Superar la vergüenza y la rabia lleva tiempo, pero con el apoyo adecuado, es posible.
Conclusión: Un Faro en la Tormenta
Navegar las aguas de la rabia y la vergüenza después de un trauma puede ser desafiante, pero la terapia puede ser un faro en la tormenta. Busca terapeutas que te ofrezcan simpatía, no lástima. Las intervenciones que se mueven solo en la dimensión del apoyo son necesarias, pero muchas veces es necesario confrontar aspectos dolorosos de la experiencia. Encuentra a alguien que entienda tus luchas y te guíe con empatía y humildad.
Recuerda, la resistencia a la terapia es normal, y la vergüenza es un compañero en el camino hacia la curación. No estás solo en esta travesía. Tu historia merece ser compartida, comprendida y sanada.
Así que, cuando te sientas atrapado en las olas de la rabia y la vergüenza, recuerda que hay un faro de esperanza en forma de terapia, listo para iluminar tu camino hacia la recuperación.

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