“SOBRE LAS DOS RISAS»
Los que conciben al diablo como partidario del mal y al ángel como combatiente del bien, aceptan la demagogia de los ángeles. La cuestión es evidentemente más compleja.
Los ángeles no son partidarios del bien, sino de la creación divina. El diablo es, por el contrario, aquel que le niega al mundo toda significación racional.
La dominación del mundo, como se sabe, es compartida por ángeles y diablos. Sin embargo, el bien del mundo no requiere que los ángeles lleven ventaja sobre los diablos (como creía yo de niño), sino que los poderes de ambos estén más o menos equilibrados. Si hay en el mundo demasiado sentido indiscutible (el gobierno de los ángeles), el hombre sucumbe bajo su peso. Si el mundo pierde completamente su sentido (el gobierno de los diablos), tampoco se puede vivir en él.
Las cosas, repentinamente privadas del sentido que se les supone, del lugar que tienen asignado en el pretendido orden del mundo (…), provocan nuestra risa. La risa pertenece pues, originalmente, al diablo. Hay en ella algo de malicia (las cosas resultan diferentes de lo que pretendían ser), pero también algo “algo de alivio bienhechor (las cosas son más ligeras de lo que parecen, nos permiten vivir más libremente, dejan de oprimirnos con su austera severidad).
Cuando el ángel oyó por primera vez la risa del diablo, quedó estupefacto. Aquello ocurrió durante algún festín, estaba lleno de gente y todos se fueron sumando, uno tras otro, a la risa del diablo que era fantásticamente contagiosa. El ángel comprendía con claridad que esa risa iba dirigida contra Dios y contra la dignidad de su obra. Sabía que debía reaccionar pronto, de una manera o de otra, pero se sentía débil e indefenso. Como no era capaz de inventar nada por sí mismo, imitó a su adversario…”
Pasaje de
El libro de la risa y el olvido
Milan Kundera
Imagen: Virgen con niño – Jean Fouquet

¿Te has preguntado alguna vez cómo sería vivir en un mundo perfecto, donde todo se ajusta a un modelo ideal y no hay lugar para el error? ¿Te has sentido frustrado o insatisfecho por no poder alcanzar ese nivel de excelencia que te propones? Si es así, quizá te interese conocer la filosofía de Platón y cómo influye en nuestra forma de ver la realidad y de relacionarnos con nosotros mismos y con los demás.
Platón y el Mundo de las Formas: Una Visión que nos Atrae y nos Atormenta
Platón fue un filósofo griego que planteó la existencia de un mundo de las formas, donde se encuentran los arquetipos o modelos perfectos de todas las cosas que existen en el mundo sensible. Según Platón, este mundo es el verdadero y el único que podemos conocer con la razón, mientras que el mundo material es una copia imperfecta y engañosa que solo podemos percibir con los sentidos. Así, Platón nos propone un idealismo que nos seduce con la promesa de acceder a una realidad superior y trascendente, pero que también nos genera angustia y desilusión al confrontarnos con nuestras limitaciones y defectos.
Vivir en un mundo de formas platónicas implica, de alguna manera, lidiar con la dualidad de un ángel que nos impulsa y un demonio que nos quema.
Terapia: Un Acto de Abandono Temporal del Idealismo Platónico
La terapia puede ser una oportunidad para reconocer y aceptar nuestra imperfección como parte de nuestra condición humana. La terapia no pretende imponer un modelo ideal de cómo deberíamos ser o actuar, sino ayudarnos a comprender y valorar quiénes somos y cómo nos sentimos. De esta manera, la terapia puede ser un acto de liberación del idealismo platónico y de acercamiento a la realidad de nuestras experiencias y emociones.
Una parte de este viaje a las profundidades consiste en abandonar temporalmente las ideas platónicas y sumergirse en la realidad de cómo interpretamos nuestras imperfecciones.
Juicio y Vergüenza: Descifrando la Diferencia Crucial
¿Qué diferencia hay entre el juicio y la vergüenza? Estas son algunas de las preguntas que nos planteamos en este artículo, donde exploramos la distinción crucial entre el juicio, que implica evaluar las consecuencias de nuestras elecciones, y la vergüenza, que surge de una evaluación negativa de nuestro carácter.
La vergüenza es una emoción dolorosa que nos hace sentir inferiores, defectuosos o indignos de amor y aceptación. Nos hace creer que hay algo malo en nosotros, que no somos lo suficientemente buenos, que no merecemos ser felices. La vergüenza nos aísla, nos paraliza y nos impide crecer y cambiar.
El juicio, en cambio, es una habilidad cognitiva que nos permite analizar las situaciones y las opciones que tenemos ante ellas. El juicio nos ayuda a aprender de nuestros errores, a tomar decisiones responsables y a mejorar nuestra conducta. El juicio nos conecta con la realidad, nos moviliza y nos facilita el cambio.
En el proceso terapéutico, es importante aprender a diferenciar entre el juicio y la vergüenza, y a desarrollar un juicio crítico que nos permita enfrentar la vergüenza de forma constructiva. Para ello, es necesario desentrañar las etiquetas autoimpuestas, las demandas irracionales que nos hacemos a nosotros mismos sobre lo que tenemos que ser o hacer, y entender la vergüenza y aquellas cosas que la disparan. También es necesario abrir un espacio para cuestionar críticamente estas ideas, estar con esa emoción, explorarla, ver qué hace en nosotros, y desafiar los estigmas asociados con diversas formas de supuesta imperfección. Se trataría de ganar resiliencia ante la vergüenza como una forma de proteger nuestras conexiones, con nosotros mismos y con la gente que nos rodea.
Desafiando Mitos y Estigmatizaciones en la Salud Mental
¿Alguna vez te has sentido avergonzado por pedir ayuda? ¿Te has sentido indigno de recibir apoyo o comprensión? ¿Has pensado que hay otras personas que merecen más atención que tú? Si es así, no estás solo. Muchas personas experimentan sentimientos de vergüenza cuando se enfrentan a sus dificultades y buscan ayuda profesional. La vergüenza es una emoción dolorosa que nos hace sentir inferiores, defectuosos o indignos de amor y aceptación. A menudo, la vergüenza se origina en experiencias tempranas de abandono, rechazo o crítica, que nos hacen creer que hay algo malo en nosotros o que no somos lo suficientemente buenos.
La vergüenza también puede estar relacionada con el idealismo, es decir, la tendencia a tener expectativas irreales sobre nosotros mismos, los demás o el mundo. El idealismo nos hace creer que debemos ser perfectos, que debemos cumplir con ciertos estándares o que debemos evitar el fracaso a toda costa. Cuando no logramos alcanzar estos ideales, nos sentimos frustrados, decepcionados y culpables. El idealismo nos impide aceptar la realidad tal como es, con sus limitaciones, imperfecciones y desafíos.
La terapia puede ser un recurso valioso para superar la vergüenza y el idealismo. En la terapia, podemos explorar las causas y las consecuencias de estos sentimientos, así como desarrollar estrategias para afrontarlos de forma más saludable. A continuación, te presentamos algunas formas en las que la terapia puede ayudarte a lidiar con la vergüenza y el idealismo:
– Reconocer y expresar tus emociones. La terapia te ofrece un espacio seguro y confidencial para compartir tus sentimientos sin miedo al juicio o al rechazo. Al expresar tus emociones, puedes liberarte de la carga de guardarlas dentro y entender mejor lo que te pasa. También puedes aprender a identificar y regular tus emociones, para evitar que te abrumen o te paralicen.
– Cuestionar y modificar tus creencias. La terapia te ayuda a examinar las creencias que sostienen tu vergüenza y tu idealismo, y a evaluar si son verdaderas, útiles o realistas. Al cuestionar tus creencias, puedes descubrir que son irracionales, distorsionadas o basadas en evidencias insuficientes o sesgadas. Al modificar tus creencias, puedes adoptar una perspectiva más equilibrada, flexible y compasiva hacia ti mismo y hacia los demás.
– Desafiar y cambiar tus comportamientos. La terapia te anima a salir de tu zona de confort y a probar nuevas formas de actuar que sean más coherentes con tus valores y objetivos. Al desafiar tus comportamientos, puedes romper el ciclo de la vergüenza y el idealismo, que te impide avanzar o crecer. Al cambiar tus comportamientos, puedes experimentar resultados diferentes, mejorar tu autoestima y aumentar tu satisfacción con la vida.
En conclusión, la terapia puede ser una oportunidad para hacer una pausa con fantasías idealistas y autocastigadoras, y para enfocarte en cómo aceptar tu realidad con compasión y entusiasmo. Al superar la vergüenza y el idealismo, puedes liberarte de las cadenas que te atan al pasado o al futuro, y vivir el presente con más plenitud y alegría.

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