
«Lo real es un proceso», una «mediación ampliamente ramificada entre el presente, el pasado inacabado y, sobre todo, el futuro posible» Ernst Bloch.
«Dadme posibles que si no me ahogo» decía Deleuze y repite con sabiduría una amiga mía que es filósofa y poeta cotidiana. Esta dimensión de lo posible y de la apertura de posibilidades en la realidad y en la imaginación (pues somos seres simbólicos), es uno de los procesos que se llevan a cabo de diferentes maneras en la terapia.
Podemos decir, siguiendo la idea de Primo Levi sobre la literatura, que el proceso terapéutico es un viaje desde los agujeros negros hacia la esperanza. Y este viaje dista mucho de ser lineal ( el diagrama de Levi era elíptico) y en ocasiones los retrocesos, que hay que entender y analizar en terapia, son más bien configuraciones particulares en este complejo proceso esperanzador, siendo muchas veces predictores de buenos resultados.
El Poder Curativo de la Esperanza: De Jerome Frank al efecto placebo y hacia terapias esperanzadoras o terapias del deseo.
En el complejo proceso terapéutico la esperanza es como una chispa que enciende la llama de la curación. A lo largo de la historia, ha sido un tema de importante indagación, y su evolución nos ha llevado a comprender su increíble impacto en la mente humana y en la sanación. Desde los estudios pioneros de Jerome Frank, la antropología de la medicina, el estudiado efecto placebo, hasta las propuestas actuales de una sociedad de consumo y un tanto perversas (en cuanto ideológicas y desesperanzadoras que trataré en otra entrada) describiré ahora una serie de ideas que te ayudarán a comprender por qué la esperanza es tan poderosa.
Jerome Frank: El terapeuta trabaja en colaboración con el paciente en busca de la esperanza dentro de sí.
Frank fue un pionero de la psicología que investigó el poder de la esperanza para sanar. Nos enseñó que la terapia no es solo una aplicación de técnicas, sino una aventura compartida entre el terapeuta y el paciente. Juntos, exploran el mundo interior del paciente, buscando la luz de la esperanza que les guíe hacia la salida. La esperanza es el combustible que les permite seguir adelante, superando los obstáculos y los miedos que se encuentran en el camino.
Su visión revolucionó la forma de entender la terapia y la relación terapéutica. Frank nos mostró que la esperanza es una fuerza vital que impulsa el cambio y la recuperación. Los terapeutas inspirados por Frank se convirtieron en facilitadores de la esperanza y la transformación personal, ayudando a sus pacientes a encontrar su propia riqueza interior.
El Efecto Placebo: La Magia de la Mente sí, pero con la importancia del contexto.
¿Sabías que tu mente puede «curar» tu cuerpo con solo creer que lo hace? Esto es lo que se llama el efecto placebo, y es una de las maravillas de la medicina. Te voy a contar cómo funciona con un ejemplo, supongamos que tienes un dolor de cabeza y vas al médico. Él te da una pastilla que parece un medicamento, pero en realidad es solo azúcar. Tú no lo sabes, y confías en que el médico sabe lo que hace. Al tomar la pastilla, sientes que tu dolor se alivia. ¿Qué ha pasado? Pues que tu mente ha activado sus propios mecanismos de sanación, gracias a la esperanza que has depositado en el tratamiento. Es como si tu mente fuera un mago, y la esperanza su truco. Piensa en ello como un acto de prestidigitación: tu mente convence a tu cuerpo de que está siendo tratado, y la enfermedad comienza a ceder terreno. Esto nos muestra que la esperanza no solo reside en el terapeuta, sino en cada uno de nosotros. .
Pero no todo es tan sencillo. El efecto placebo no solo depende de tu mente, sino también de otros factores que influyen en tu proceso de curación. Por ejemplo, el lugar donde recibes el tratamiento, la forma en que el médico te habla, el ritual que implica tomar la pastilla, y la relación de confianza que estableces con el profesional. Todos estos elementos crean un contexto favorable para que el efecto placebo se produzca, y son tan importantes como el tratamiento en sí. Por eso, los psicólogos y los antropólogos médicos estudian cómo combinar lo físico, lo psicológico y lo social para potenciar la curación de las personas. Sintetizando, además de lo mental hay otros factores contextuales que influyen en el placebo y algunos son: paciente, psicólogo, interacción paciente-profesional, naturaleza de la enfermedad, tratamiento y entorno.
Lo físico, psicológico y social de la curación forman parte de un sistema que interactúa, y está presente hasta en la más mínima intervención, y va más allá de la misma. De tal manera que para que este efecto placebo, o la dimensión de la esperanza funcione, es necesario tenerlos en cuenta a todos, estudiarlos y movilizarlos en terapia. Es necesario un estudio riguroso y años de conocimiento que nos alejen de ideas simplistas, mágicas y de ideología consumista de las nuevas prácticas new age y de sus comunidades soteriológicas. Estas proponen una única explicación para «la curación», que está lejos de lo científicamente investigado, y tamizado con el barniz de lo místico: «todo está relacionado», «todo está en tu mente», «en tu interior está la solución». Además se benefician de los » itinerarios terapéuticos», es decir, de los caminos que la gente se ve forzada a realizar para tratar sus malestares cuando estos son complejos, cuando nos sitúan en el abismo existencial de la enfermedad.
La Esperanza: Más allá de lo terapéutico e individual
La importancia de la esperanza es algo que va más allá de las terapias y de lo individual, y de hecho es una dimensión de la existencia humana que permea muchas de nuestras producciones o actividades: conversar, jugar, pintar, bailar, reunirse con los amigos y familia, formar asociaciones. La esperanza es creación, es juego, es intuición de lo que no todavía no es. Es la invención de nuevos mundos donde quepan muchos mundos. La esperanza tiene un carácter utópico por situarse en el horizonte pero sus efectos son puramente reales y cotidianos. Motivan ese andar o dar pasos hacia el horizonte que decía Galeano.
Por tanto, la esperanza es algo que también se construye y se desarrolla de manera espontánea y natural sobre todo en lo colectivo con un otro, con los demás. Necesitamos de los demás para la ensoñación, para construir en nuestra cabeza una realidad diferente. Por ello, una terapia ha de promover no solo una mayor autonomía de la persona, sino también una mejor imbricación con los demás. Pues como decía el psicólogo Mitchel, la autonomía es una propiedad emergente de las relaciones y no anterior a ellas ni fuera de ellas.
Las terapias esperanzadoras.
El esperanzamiento o estar esperanzado es uno de los aspectos fundamentales que se llevarán a cabo en terapia, y que irán sucediendo desde propuestas más cotidianas y conductuales de reorganización de la vida, la colaboración con el paciente en la comprensión de sí mismo, de sus problemas y de sus objetivos, hasta la apertura a la experiencia que irá cambiando paulatinamente vista a la luz de nuevas perspectivas en una relación terapéutica y en un espacio y tiempo diferentes y pensados específicamente para eso.
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